Al
recoger los cuadros que pinté para mi madre, de las paredes de su casa, cuando
ella falleció, el pasado mes de julio, llené dos grandes cajas de cartón.
La
mayoría estaban en perfecto estado, láminas, lienzos y marcos. Algunos marcos
incluso habían sido pintados-decorados por mi durante una larga temporada en la
que me dediqué gozosamente a su reciclaje. Aún tengo entre 20 y 30 esperando
que les de uso en mi estudio. Surgió entonces la pregunta, ¿qué hacer con
ellos? Los pinté en su día para decorar especialmente cada rincón de la casa en
la que ella y yo nos quedamos tras el fallecimiento de mi padre, que también
había sido la casa de mis abuelos maternos.
No
estoy dispuesta a estas alturas de mi vida a recopilar y guardar cosas inútilmente,
así que de repente pensé en Eva.
Tengo
la suerte de estar rodeada de un numeroso grupo de personas que me aprecian a
mi y a mi obra, y que en algunas de mis exposiciones han adquirido alguno de
mis cuadros. Pensé entonces en hacerles un regalo.
Llevo
realizando esta labor desde hace algunos meses. La primera persona con la que
inauguré el proceso, como he escrito antes, fue con Eva, y en realidad fue
entonces cuando se me ocurrió que podía repetirlo con otras personas queridas.
Supongo que me decidí al sentirme tan bien al percibir lo agradecida que Eva se
había sentido. Un baño de calor incomparable con ninguna otra muestra de cariño
recibida hasta entonces como recompensa a mi trabajo. Lógicamente cargada de unas
connotaciones y una carga emocional única e irrepetible.
Enseguida
se me vinieron los nombres de aquellos que ocupaban los primeros lugares de mi
lista y poco a poco se ha ido incrementando el número: amigos, recientes y
antiguos, y algunos familiares muy cercanos.
Ahora
tengo múltiples post its amarillos en las páginas de mi agenda, donde voy
anotando nombres y títulos de cuadros. La elección no es casual. Elijo el
cuadro que creo que le puede gustar a cada uno.
Los
cuatro que he regalado hasta entonces han resultado un éxito y la semana que
viene tengo previsto regalar otros cinco más. Me ha costado elegirlos pero ya
lo tengo claro.
Cuando
visite las casas de esta personas, un poquito de mi madre también estará
presente…y los post its amarillos siguen, por ahora, ocupando páginas en mi agenda...
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