martes, 12 de agosto de 2008

Sin lugar a dudas

Echando un vistazo a las interesantes dedicatorias que los autores escriben en sus libros, he encontrado unos versos de John Donne, un extracto de los cuales eligió Ernest Hemingway para su libro "Por quién doblan las campanas":
Ningún hombre es una Isla
que vive de sus propias fuerzas;
ningún ego es un Continente,
ni un Planeta autosuficiente, acaso
es un pedazo de miedo rodeado de nada,
un jirón de vida colgando de un traje viejo,
un guijarro lavado por las aguas
desmemoriadas del tiempo. La Ciencia
es poca cosa, es un promontorio resbaladizo
donde las manos se aferran, sus semillas
estériles no enraízan en el futuro de la vida.
Tu cuerpo es una envoltura vana,
un pájaro descoyuntado con el pico roto,
aventado a los basureros de la muerte.
Habitante de la Tierra, la muerte
de toda criatura te disminuye,
por eso, cuando alguien muere, no preguntes
por quien doblan las campanas de la extinción.
Doblan por ti.

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